lunes, 25 de abril de 2016

Negro como el chocolate

"Lusambo tiene cuatro años y es negro como el chocolate"


Es inevitable que, en un espacio como lo es este blog y en un contexto como el que marca nuestra sociedad actual, acabe dando visibilidad a cuentos que traten sobre la adopción, en concreto, sobre la adopción internacional.

Los que me seguís de cerca, sabéis cuál es mi opinión personal sobre este tipo de libros infantiles. Los que no, podéis leerlo en entradas anteriores (pinchad AQUÍ). Dulcificar un proceso que parte de una verdadera tragedia como lo es la pérdida de una familia y de una cultura y exponerlo públicamente desde una óptica blanca, salvadora y feliz, pues, personalmente, me disgusta. Y es que parece que la vida de estos menores empieza desde el momento en que son adoptados y eso no es cierto. ¡Qué suerte ha tenido! es una horrible canción que, desgraciadamente, tendrán que escuchar a menudo y que parte del deseo egoísta de una maternidad/paternidad lícita pero no por derecho. No existe el derecho a ser madre o padre, pero sí el derecho de un menor a ser cuidado en una familia. 

Con todo, reconozco la utilidad de este tipo de cuentos. Nos acercan y dan visibilidad a una realidad que existe, aún incidiendo en los muchos estereotipos que rodean al mundo de la adopción y que, personalmente, trabajo para romper. 

Mi propuesta de hoy es un cuento muy conocido entre las familias adoptantes, de argumento sencillo y con ilustraciones coloridas y entrañables: Lusambo, un niño de piel negra nacido en el Congo, forma parte de una familia "tutticolori" 


Durante unas navidades, Lusambo recibe la visita en el orfanato de sus padres. Han venido a buscarlo desde muy lejos, pero a Lusambo no le gustan demasiado: ¡Son blancos y descoloridos! Con los días y las visitas diarias llenas de mil caricias, besos y abrazos de su nueva familia, Lusambo empieza a sentir cariño por ellos, y es que "las caricias, los besos y los abrazos no son ni blancos ni negros". 


De vuelta a "casa", el encuentro con el resto de familiares y amigos no resulta muy agradable. En medio de tanta blancura, Lusambo parecía un bombón encima de un gran pastel de nata y, de repente, tras un ¡está para comérselo! de una de sus tías, Lusambo tiene miedo y empieza a ver fieras blancas a su alrededor. Será finalmente el cariño de su madre el que logre tranquilizar a Lusambo. 

Podemos disfrutar de este pequeño cuento, escrito e ilustrado por Teresa Giménez, gracias a TÀNDEM EDICIONS.

Seguiremos en Mis Cuentos Cuentan.


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