viernes, 29 de mayo de 2015

Los colores de nuestra piel

"Me llamo Lena y tengo siete años. Soy del color de la canela. Mamá siempre dice que se me comería".




Uno de los temas que me preocupa y que para muchos parecerá de lo más irrelevante es el tema del mal llamado color "carne". Parece que vivimos en un mundo en el que se celebra la homogeneidad cuando la realidad de lo diverso es, sin lugar a dudas, mucho más enriquecedora. Cuando mi hijo señala el color "carne" al color vainilla, beige, salmón, rosa clarito...(¡mira que hay nombres!) comienzo a sudar. Hemos tenido varias conversaciones acerca de este tema con él y, poco a poco, va entendiendo lo que le decimos. En las aulas escolares, queda mucho por hacer todavía.


Después de este inciso, os cuento un poquito sobre este precioso cuento que habla de éso, precisamente. Lena, una niña de siete años, quiere pintarse a sí misma. Su madre, que es pintora, le hace ver que el color marrón no es marrón sin más, sino que a través de la combinación de los colores rojo, amarillo, negro y blanco todo un abanico de tonalidades de este color se abrirán ante sus ojos. Es, entonces, cuando Lena sale a pasear acompañada de su madre por el barrio, cuando descubre que sus amigas, primas y otros vecinos y vecinas tienen colores de piel diferentes que compara con el chocolate, los cacahuetes tostados, los melocotones maduros, las hojas en otoño...


La verdad es que este precioso libro ilustrado es sencillamente un elogio a las diferencias y a la belleza que existe en cada uno de nosotros. Para mi, es un cuento infantil muy recomendable. 

Podéis disfrutar de este bonito cuento, escrito por Karen Katz, gracias a Intermón Oxfam Ediciones.

Estamos de sorteo AQUÍ. Os animo a participar.



Seguiremos en Mis cuentos cuentan.



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