Comienzo la entrada de hoy diciendo que África no es un sólo país. Normalmente, se considera como tal y debemos recordar que se trata de un continente con más de cincuenta países con sus propias banderas y más de dos mil lenguas habladas, un rico continente diverso en historia, etnias, cultura y tradiciones. No es un continente que se defina por la pobreza ni por numerosas enfermedades o guerras. África no necesita ser salvada. Rompamos con estereotipos y prejuicios. Queda mucho por descubrir de este bello continente.
Dicho esto, África, pequeño Chaka es un precioso cuento casi dialogado, poético y de gran sensibilidad que nos ofrece un paseo por el pueblo del pequeño Chaka a través de la voz de su abuelo Papá Dembo. Papá Dembo habla con su nieto de sus padres, de sus amigos, de la aldea y sus tradiciones. Habla profunda pero sencillamente de su cultura africana, con ese respeto que engrandece y que rodea de magia cada palabra. Habla además de sentimientos y de crecimiento, de sus antepasados y de la muerte. Habla de cómo superar miedos y fortalecer nuestra individualidad. Papá Dembo habla de valor, espiritualidad y educación.
Apreciamos África leyendo y sintiendo con delicadeza cada palabra de este cuento, pero también apreciamos África en sus ilustraciones y en las fotografías de arte africano que les acompañan. El contenido artístico de este libro ilustrado es maravilloso.
Como curiosidad, el libro no tiene numeradas sus páginas, y es que cada una de ellas tiene identidad propia por el tema que aborda en ese momento. Creo que podemos compartir este cuento con niños y niñas quizás de más de ocho años. Aunque el lenguaje es sencillo y comprensible, el significado de su contenido necesita de conocimientos personales que deben ser trabajados previamente.
Al final del libro, nos encontramos con un mapa de África acompañado de cada uno de los objetos fotografiados que acompañan al texto e ilustraciones, indicando el país del que son origen y su explicación. Todos estas obras se conservan en el Museo de Quai Branly, en París.
Podemos disfrutar de este cuento, escrito por Marie Sellier e ilustrado por Marion Lesage, gracias a la Editorial Edelvives.
Seguiremos en Mis Cuentos Cuentan.