jueves, 10 de enero de 2019

La preocupación de Lucía

"A Lucía le encantaba ser Lucía. Le encantaba columpiarse muy alto. Y le encantaba explorar lugares salvajes y remotos. A veces, incluso iba hasta el final del jardín. Lucía no podía ser más feliz. Hasta que un día...". 


Cada vez somos más las familias que sabemos lo importante que es trabajar las emociones y los sentimientos en el camino de nuestrx crecimiento personal. Tengamos la edad que tengamos, estamos siempre inmersxs en un continuo aprendizaje y lo mejor es intentar que ese aprendizaje sea lo más activo, profundo y reparador posible. Ayudar a lxs niñxs a que hablen sobre lo que sienten y cuáles son sus preocupaciones, sean grandes o pequeñas, es algo que fomenta la confianza y ayuda a mejorar la autoestima. La lectura en familia y en la escuela de libros ilustrados como el que hoy compartimos con vosotrxs es una buenísima manera de hacerlo.  


Lucía es una niña feliz. Disfruta de la naturaleza y de los columpios como cualquier otrx niñx hasta que un día descubre... una preocupación. 

Nos gustaría hacer un pequeño inciso para señalar amablemente que no, que no vamos a hablar aquí de integración ni de inclusión, ni tolerancia, ni aceptación... El hecho de que su protagonista sea negra es algo que no queremos resaltar porque no debería ser necesario hacerlo. Además, estamos en este espacio y ya sabéis cual es nuestro contenido. España es un país no tan blanco. Con eso, ya señalamos bastante :)

Volviendo a este estupendo cuento, Lucía, en un primer momento, casi no ve la preocupación. Ella continúa disfrutando de su vida diaria hasta que la preocupación empieza a crecer. Crece, crece y crece de tal forma que su presencia se vuelve incómoda para la pequeña. Lucía llega a pensar que ya nunca más volvería a ser feliz. Lo curioso era que nadie más que ella podía ver la preocupación que la seguía a todas partes: ni sus amigxs, ni su familia, ni siquiera su maestra. 

Entonces, un día ocurre algo que cambia las cosas y es que Lucía ve a un niño que parecía triste sentado en un banco del parque. No sólo eso. Lucía aprecia una cosa: el niño estaba también... ¡preocupado!

Así, compartiendo ambxs sus preocupaciones, éstas desaparecen. Lucía descubre de esta forma que estaba haciendo lo contrario a lo que debía hacer cuando se tiene una preocupación: no hablar de ella. Ahora, Lucía sabe cómo manejar esta situación para que no dure demasiado a su lado y sabe que no será la última vez que ocurra.


El texto de este álbum ilustrado es sencillo y agradable. Sus ilustraciones, además de ser preciosas, son muy explícitas y visuales. Acompañan perfectamente cada línea aportando mucha sensibilidad. Es un libro muy, muy recomendable.

Podemos disfrutar de esta estupenda historia, escrita e ilustrada por Tom Percival, gracias a Editorial SM. Su lectura es recomendada entre los tres y los cinco años. Nosotrxs abriríamos esa franja de edad, porque la educación emocional nos acompaña toda la vida.

Seguiremos en Mis Cuentos Cuentan.


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