"En mi familia, todos intentamos ahorrar agua".
Mi hijo crece y, cada día, se hace más autónomo. Se lava la cara, los dientes, se ducha solito. Pero tiene seis años. Y el agua resulta muy divertida :) Una de nuestra tareas como familia es procurar mostrarle la necesidad de ahorrar agua. Para nosotros, es un tema muy sensible por varios motivos. Por ello, le ayudamos a entender esta necesidad de varias maneras y una de ellas es a través de los cuentos.
El libro que hoy os muestro nos gusta evidentemente por el importante tema que trata y porque en él puedes encontrar esa diversidad familiar que tratamos de mostraros en este humilde espacio.
En una ocasión, creo que ya os comenté, que dentro de nuestra búsqueda de referentes de personas negras en los cuentos infantiles, lo más habitual es que su mayoría estén contextualizados en nuestra amada África, algo que nos encanta. Sin embargo, necesitamos encontrar más protagonistas negros en contextos diferentes y, en este cuento, lo hemos hecho y es también una satisfacción.
Empieza la historia contando que en la familia del protagonista se intenta ahorrar agua, pero ello ha sido también el resultado de un aprendizaje. Llegaron las restricciones y, si antes derrochaban agua bañándose todos los días, dejando el grifo abierto mientras fregaban los platos o se cepillaban los dientes, llegó el momento en el que fueron conscientes de que la vida sin este bien tan preciado resultaría horrible.
A pesar de ser un tema serio, el caso es que la lectura de este libro es ágil y divertido, lo que es de agradecer para mantener la atención de los pequeños y para que lleguen a comprender la necesidad de un uso responsable del agua como recurso natural. Las ilustraciones son divertidas y muy desenfadadas como podéis observar.
Por último, contaros que el libro incluye al final unas notas para padres y profesores con sugerencias para leer el libro con los niños y niñas y para realizar actividades complementarias.
Podemos disfrutar de este libro, escrito por Jen Green e ilustrado por Mike Gordon, gracias a la Editorial Anaya.
